jueves, octubre 09, 2008

Noches de neón

Sus ojos son como una encrucijada, tiene 23 años y un cuerpo que es un paisaje de deseos, camina como si flotara sobre la pista y se mueve como si el diablo fuera su sombra. Chelsie habita su propio castillo de pasiones, baila como profesional y cada quiebre de cintura es un abismo de perversiones. Su piel sabe de humedades y sus piernas son una promesa de insomnios. Jura que no conoce el amor, su vida no es una tonta canción, pero le encanta dejarse llevar por las baladas de Bon Jovi. Sus movimientos son una tormenta eléctrica.
Chelsie es la reina de aquel bar, que frecuenta un tipo apodado el Tableman, en ese lugar ella asume su trono con naturalidad, siempre sonríe con malicia cuando el tableman le promete el cielo o el infierno. Nunca lo besa en la boca y siempre finge el placer. El anuncio de neón de ese table dance es la señal de que hay ángeles que habitan en la semioscuridad. Ella no huye de sí misma ni de sus circunstancias, su mirada ingenua hace pensar que aún no sabe lo que hace ahí ni como llegó.
Siempre la puedes encontrar en la madrugada, esperando ser la dueña de las caricias de aquellos parroquianos que deambulan por las noches en busca de un regazo que les de consuelo.
Para muchos como el tableman ella es, la causa de sus desvelos, el origen de tu fiebre, acaso una musa de tus delirios, quizá la razón de su locura, o tan solo el motivo de su lujuria. Y para ser tanto no cobra mucho, apenas 150 pesos por tres minutos, mientras suena una rola lenta y triste que es como el saudtrack de los desesperados de los eternos perdedores.
Ella te mira desde su altar con odio, pero trata de ser amable. Pides un ron con coca y sabes que apenas con probarlo te generará desconfianza. El antro es pequeño y por todos lados hay espejos, como si no bastara con saber que normalmente los borrachos ponen cara de idiotas, como si se trata de recordarles que su sonrisa nunca dejará de ser una mueca absurda. Por todos lados hay mujeres de abundantes carnes, con bikinis breves y criterio amplio. El aroma es una mezcla de sudores varios y perfumes baratos.
Tu mirada se prende de una cintura breve. Ella se acerca, a los parroquianos y le pide un cigarro. Los mira como si fueras el galán de moda, y sonríe con oficio de seductora. “Me invitas un trago”. Asientes con la cabeza. Se sienta en tus piernas y ofrece explicaciones no pedidas: “Me llamo Chesse y me encantan los hombres guapos”.
Esas mis mas palabras se las repitió al tableman, y bastaron para que este se enamorará, el sabia que esa relación era solo un sueño

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