miércoles, octubre 19, 2005

Jaime R. Del Valle

Sus ojos son como una encrucijada, tiene 23 años y un cuerpo que es un paisaje de deseos, camina como si flotara sobre la pista y se mueve como si el diablo fuera su sombra. Chelsie habita su propio castillo de pasiones, baila como profesional y cada quiebre de cintura es un abismo de perversiones. Su piel sabe de humedades y sus piernas son una promesa de insomnios. Jura que no conoce el amor, su vida no es una tonta canción, pero le encanta dejarse llevar por las baladas de Bon Jovi. Sus movimientos son una tormenta eléctrica.
Chelsie es la reina de aquel bar, que frecuenta un tipo apodado el Tableman, en ese lugar ella asume su trono con naturalidad, siempre sonríe con malicia cuando el tableman le promete el cielo o el infierno. Nunca lo besa en la boca y siempre finge el placer. El anuncio de neón de ese table dance es la señal de que hay ángeles que habitan en la semioscuridad. Ella no huye de sí misma ni de sus circunstancias, su mirada ingenua hace pensar que aún no sabe lo que hace ahí ni como llegó.
Siempre la puedes encontrar en la madrugada, esperando ser la dueña de las caricias de aquellos parroquianos que deambulan por las noches en busca de un regazo que les de consuelo.
Para muchos como el tableman ella es, la causa de sus desvelos, el origen de tu fiebre, acaso una musa de tus delirios, quizá la razón de su locura, o tan solo el motivo de su lujuria. Y para ser tanto no cobra mucho, apenas 150 pesos por tres minutos, mientras suena una rola lenta y triste que es como el saudtrack de los desesperados de los eternos perdedores.
Ella lo mira desde su altar con odio, pero trata de ser amable. Pides un ron con coca y sabes que apenas con probarlo te generará desconfianza. El antro es pequeño y por todos lados hay espejos, como si no bastara con saber que normalmente los borrachos ponen cara de idiotas, como si se trata de recordarles que su sonrisa nunca dejará de ser una mueca absurda. Por todos lados hay mujeres de abundantes carnes, con bikinis breves y criterio amplio. El aroma es una mezcla de sudores varios y perfumes baratos.
Su mirada se prende de una cintura breve. Ella se acerca, a los parroquianos y le pide un cigarro. Los mira como si fueras el galán de moda, y sonríe con oficio de seductora. “Me invitas un trago”. Asientes con la cabeza. Se sienta en tus piernas y ofrece explicaciones no pedidas: “Me llamo Chesse y me encantan los hombres guapos”.
Esas mis mas palabras se las repitió al tableman, y bastaron para que este se enamorará, el sabia que esa relación era solo un sueño, que dura menos que unos hielos en un vaso de ron, como canta el buen Sabina.

jueves, septiembre 29, 2005


Tengo la mente en blanco. No sé sobre qué escribir. Algo me dice que mi imaginación sigue de vacaciones y sin ella, es evidente, que no se me ocurra ningún tema. Tengo la impresión de que mi imaginación se quedó en un viaje a ninguna parte. Lo más probable es que se haya negado a regresarse conmigo. No la culpo, antes de las vacaciones, estaba tan abrumada y harta de todo. Me temo que a veces abuso de ella. ¡La exploto! ¡La exprimo! "¿¿¿Qué más, qué más...???", le grito desde mi fuero interno. A lo mejor ya me abandonó. A lo mejor no querrá regresar ya nunca más. A lo mejor ya se esfumó. ¿Dónde estará?
Continúo con la mente en blanco. Dicen que el blanco es el grado cero del color. Blanco significa ausencia de color y de opinión, asimismo implica vacío y la nada. Me encuentro sumergida en la nada. El blanco es el símbolo de la neutralidad, de la pureza e inocencia. También se dice el "clóset de blancos", porque allí se guarda la ropa de cama recién lavadita. Cuando se tienen demasiados glóbulos blancos puede significar leucemia (del griego leukos blanco). Curiosamente en la Casa Blanca de Washington suceden cosas negras. Nada ilusionaba más a las niñas bien de antes que casarse de blanco. Me temo que dentro de unas horas volveré a pasar una noche en blanco, pensando dónde puede encontrarse mi imaginación. La página en blanco es una de mis peores enemigas. Cada vez está más de moda el oro blanco. De todos los vinos el que prefiero es el blanco.
¿Qué se habrá hecho la máscara blanca del Médico Asesino? ¿De qué color era el caballo blanco de Napoleón?
¿De que estaba halando? Es difícil hablar y escribir cuando uno tiene la mente en blanco, llenar y llenar líneas blancas, que están ahí por algo, ¿y yo porque estoy aquí? porque sigo intentando escribir?, mejor dejo esto y voy a buscar si encuentro algo en mi mente. Busco pero solo te encuentro a ti, solo a ti

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