domingo, agosto 11, 2013

martes, junio 11, 2013

Y los dioses ocultos…





Por Jaime R del Valle

Al calzarme mis Converse viejos, volteo a ver en el estante donde tengo tirada mis pseudo colección de revistas, donde resalta por su tamaño el primer ejemplar de la Mosca En la Pared, revista rockera de los 90´s, donde Hugo García Michel puso a Saúl Hernández en primerísimo plano, con la leyenda ¿Y ahora qué? Y ya han pasado muchos años de eso, y es que uno el escuchar el nombre de Caifanes, vienen a la mente dos conceptos: el título de una película mexicana donde veíamos al Estilos, el capitán Gato, el Mazacote y el Azteca, rolando por la Ciudad de México con Jaime y Paloma, y por otra parte  el grupo de rock mexicano integrado por Alejandro Marcovich, en la guitarra; Saúl Hernández, en guitarra y voz; Alfonso André, en la batería; Diego Herrera, en los teclados, y Sabo Romo en el bajo, agrupación parte de de la santa trinidad del rock nacional junto con Café Tacva y El Tri.

Y es que para muchos la banda llamada anteriormente  las Insólitas Imágenes de  Aurora aparte de geniales músicos, son poesía hecha rock and roll; para otros sus letras les resultan terriblemente pretenciosas y llenas de seudopoesía y de metáforas ridículas.

Pero para los que estuvieron presenten en el Corona Music Fest, fue parte de la nostalgia colectiva, del ritual de los dioses ocultos.

Pero vayamos por partes, el CMF inició alrededor de las 7:30, comenzó a disparar los baffles los primeros acordes de La Señorita Cara de Pizza y los que aún estábamos en el acceso de entrada corrimos para escuchar a estos blatidos y su power rock. De la balada a tu Flor, hasta llegar al Son de Dolor, José Fors, demostró que es un gran front, y que las Cucharachas Cogen más que los Pandas.
Del poder de la Cuca, se dio paso a la sabrosura de El Gran Silencio, y su ritmo tropicalskatoragamuffin, que incendió los ánimos de esta región que siente que el ritmo los lleva y no pueden controlarlo, así el ambiente se llenó de baile y por un rato dormimos soñando.

Tiempo, detente muchos años.

Las cerveza recorría el ambiente, los cuerpos y el aire, aún sigo querer creyendo que lo me cayó era cerveza, todo el ánimo estaba dispuesto para la llegada de  uno de los iconos de lo que Herbe Pompeyo bautizó como Rock en tu Idioma, estos personajes que el gerente de la Sony les dijera que no los firmarían porque ellos vendían discos, no ataúdes, estos ya míticos músicos, todo está listo para el ritual.

Las luces se apagaron, en las pantallas apareció la petición que no tomaran fotos con flash porque afectaba a Alejandro Marcovich, de ahí los dedos de Diego Herrera se posaron sobre el teclado siempre etéreo y omnipresente de Caifanes, el 2013 se volvió 1988, la oscuridad coloreaba el escenario, sólo se escuchaba el teclado, unos segundos de notas largas y la voz gruesa de Saúl comenzó la fiesta: ‘Desde aquel día me trajeron para acá…”

Las añoranzas del primer disco llegaron y sirvieron para que algunos comenzaran a llorar, otros ya desgarraban sus gargantas para unirse al unísono de miles de voces y otros más simplemente sonreían o movían el pie al ritmo marcado por Alfonso André.
Aceptémoslo, la producción no fue magnífica, los visuales y la iluminación simplemente cumplieron, por su parte el sonido fue destacado, pero sin duda todo esto fue rebasado por el ambiente que se sentía en el estacionamiento del Parque Tabasco, y sí, la voz de Saúl está acabada, y Marcovich tenía la mirada perdida. Pero pesa a eso Marcovich se dio el lujo de alargar sus participaciones tal como lo hizo con el magnífico solo de “Afuera”. Todo eso era lo de menos, canción tras canción demostramos que no sólo éramos público… éramos parte del espectáculo, nuestras voces eran las de Saúl; cantábamos hasta ‘desgarrarnos la piel’. Era el Kareoke Caifán

Las Ratas no tienen Alas

El momento más emotivo fuera de lo musical, fue cuando las manos de Saúl Hernández sostienen un papel que provoca los gritos de los presentes, por segundos,  el "Chato" deja de cantar para mostrar a las cámaras de las pantallas un letrero que decía "Justicia a Tabasco", justo en el día en que Saiz Pineda también lo llevarán a cantar pero a la PGR.
La velada se convirtió en una fiestas de sentimientos, en que cada uno hizo su fiesta particular ya  sea hermanándose en el slam, brindando con el de al lado, o recordando viejas glorias, y es que ir a ver a Caifanes es como reencontrarse con tu gran amor de la prepa ya no es como la recuerdas los años acaban, pero aún te mueven fibras. Y como diría un amigo ahí presente, que sentirán estar tocando a su edad y ver brincando a gente mucho más joven.


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